miércoles, 17 de febrero de 2010

FIORDOS

Después de la magnífica aventura de los glaciares vamos a completar la visita de Nueva Zelanda con una más de sus bellezas naturales: Los fiordos.
Desde Queenstown salimos el día 17 tempranito por la mañana (lo del madrugar ya se va haciendo costumbre) por carretera y en autocar hacia Manapouri, el punto de partida para la visita de uno de los fiordos más espectaculares del mundo y que nada tiene que envidiar a los noruegos: El Doubtful Sound.
Allí hemos embarcado en un barco pequeño que nos llevó durante una hora atravesando el lago de Manapouri hasta un lugar en tierra firme en el que de nuevo en autocar hemos hecho un trayecto de unos 20 kilómetros para llegar por fin al punto de embarque del fiordo. Los últimos 5 minutos del trayecto nos han regalado la espectacular visión del Doubtful Sound desde la montaña. Una vista maravillosa e impactante de la que las fotos no dan testimonio real...
Hemos embarcado en un precioso velero con una tripulación multinacional para hacer un crucero recorriendo los 45 kilómetros de longitud del fiordo para salir al mar de Tasmania y volver a entrar por otro brazo del fiordo para l final volver al punto de embarque. El barco, antiguo buque escuela neozelandés, nos ha ofrecido camarotes cuádruples separados por cortinas y duchas y baños comunes. Hemos recordado nuestros viajes cuando éramos jóvenes. A lo largo de esas 24 horas hemos visto las montañas cortadas casi en vertical, pasos estrechos del fiordo y magníficos paisajes con una casi infinita variedad de tonos de luz natural que han ido del pleno sol al nublado y al anochecer y sucesivo amanecer. De nuevo tenemos que decir que el espectáculo es indescriptible, que las dimensiones que en las fotos pueden verse no son las reales ya que hay que pensar que las montañas de los lados del fiordo llegan a tener 1600 metros de altura.
Hemos parado a media tarde para actividades varias tales como remar en Kayaks, bañarnos en agua casi helada o hacer senderismo por las inmediaciones del fiordo.
Al llegar a mar abierto hemos entrado en el mar de Tasmania donde navegando a vela hemos podido contemplar delfines y orcas.
De nuevo en el fiordo hasta que al atardecer hemos fondeado para pasar la noche.
Noche estrellada comparable a la de la península de Coromandel ya descrita. Al amanecer hemos iniciado un lento recorrido de vuelta al embarcadero. Quien esto escribe, sentado en la proa contemplaba el paisaje milenario y selvático mientras escuchaba La canción de la tierra de Mahler en una fusión de deleite de todos los sentidos.
Ya en el embarcadero hemos vuelto a tomar el autocar y de nuevo el barquito para llegar a Manapouri y de allí a Te Anau y luego a Queenstown donde las chicas se han dedicado al noble deporte del shoping.

Embarcadero de Queenstown





Doubtful Sound




























FOTOS

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