viernes, 19 de marzo de 2010

VIETNAM

Llegamos a Hanoi a las siete de la tarde después de dos horas y media de vuelo desde Hongkong y aunque nos dio bastante pena dejar esta ciudad tan extraordinaria en todos los aspectos, estábamos expectantes respecto a Hanoi.
La llegada no pudo ser mejor ya que José, hermano de Mariés, nos estaba esperando con su mejor sonrisa en el aeropuerto. El está trabajando en Vietnam cerca de la frontera con China en una obra pública de gran envergadura. Con el fuimos a cenar en nuestro hotel y a desayunar al día siguiente antes de emprender viaje a la bahía de Ha Long, tres horas de coche atravesando kilómetros y kilómetros de campos de arroz, pueblos destrozados, otros con construcciones abandonadas, carreteras con un tráfico caótico, bocinas, motos, adelantamientos en líneas continuas, en fin un susto constante.
Por fin llegamos a Ha Long y embarcamos en “nuestro barco” el Violet, un junco maravilloso con sus dos enormes velas naranja tan características de este sitio. Solos a bordo en cuatro suites maravillosas con comida y servicio excelentes.
La bahía de Ha Long, patrimonio de la humanidad desde 1994 es una enorme bahía llena de miles de islas, imponentes, verdes, mágicas. Navegamos a través de una bruma llena de misterio, en silencio, sobre unas aguas de color verde esmeralda disfrutando de un espectáculo alucinante, pequeñas montañas saliendo del mar por doquier, unas grandes, otras pequeñas, con formas extrañas y desafiantes, la naturaleza en todo su esplendor fuerza y magnitud.
Nos sentimos realmente impresionados ya que al caer la noche, una decena de barcos se juntan en un sitio determinado rodeados de estas impresionantes sombras saliendo del agua…
Allí pasamos la noche y a las seis y media de la mañana ya estábamos tomando café con croissants en el “sundeck” para seguir sorprendiéndonos con tanta belleza.
De vuelta a Hanoi hicimos un tour muy interesante admirando los vestigios de la arquitectura deco dejada por los franceses, el barrio antiguo con sus infinitas tiendas abiertas a la calle, miles de motos, un tráfico caótico, visitamos el mausoleo de Ho Chi Min, el palacio presidencial, el museo etnológico, el monumento a Lenin, el barrio de las embajadas, los tres enormes lagos con sus pagodas en la ribera, el teatro de la ópera copia del de París, las marionetas…
Aunque con muy poco tiempo en Hanoi tenemos la sensación de haber palpado la vida trepidante mezcla de China e India sin olvidar que esto fue y sigue siendo INDOCHINE…
Y mañana Laos

AGNES